
Bucear en cenotes de México: nuestra experiencia en Kukulcán, Chac Mool, El Pit y Dos Ojos
México es conocido por sus playas, sus ruinas mayas y su increíble gastronomía, pero hay un tesoro escondido bajo tierra que convierte la Riviera Maya en un paraíso para los buceadores: los cenotes. Estas cavidades naturales, formadas por la erosión de la piedra caliza y conectadas entre sí por ríos subterráneos, eran considerados lugares sagrados por los mayas. Hoy son un punto de encuentro para quienes buscan un buceo diferente, rodeado de estalactitas, juegos de luz y aguas cristalinas.
Bucear en un cenote no tiene nada que ver con hacerlo en el mar: aquí no hay corrientes ni peces, pero sí techos de piedra, túneles y formaciones geológicas que te harán sentir como si flotaras dentro de una catedral subterránea y haloclinas (cambios de salinidad del agua) que crean «nubes» que solo se pueden ver en estos cenotes.

En este post, te vamos a contar nuestra experiencia y todo lo que necesitas saber sobre el buceo en cenotes. Y, por supuesto, algunos consejos útiles si lo que quieres es ir y hacer alguna de estas inmersiones.
Nuestra experiencia buceando en cenotes
Cuando pensamos en México, lo primero que nos vino a la cabeza fueron las playas, las ruinas mayas y, por supuesto, los cenotes. Marta y yo teníamos muchísimas ganas de vivir la experiencia de bucear en ellos y, para hacerlo más especial, decidimos contratar a un instructor freelance llamado Omar que nos recomendaron y que fue un auténtico acierto.
Durante dos días nos llevó a algunos de los cenotes más emblemáticos de la Riviera Maya, organizando todo con calma y dándonos muchísima seguridad y libertad en cada inmersión. Hicimos dos cenotes por día: el primer día fueron Kukulcán y Chac Mool, y el segundo día, nos reservamos para los espectaculares El Pit y Dos Ojos.


Cenote Kukulcán
Nada más llegar al punto de encuentro conocimos a Omar, la persona responsable de guiarnos y enseñarnos estas maravillas. Tras conocerle, nos comentó que el primer día bucearíamos en 2 cenotes, empezando por El cenote Kukulcán, ya que este cenote es perfecto como primera toma de contacto con el buceo en cavernas. Al sumergirnos, lo primero que nos sorprendió fue la claridad del agua: la visibilidad era casi infinita con zonas muy iluminadas gracias a la entrada de la luz solar, que penetraba el agua y creaba rayos espectaculares.


Aquí vivimos por primera vez el fenómeno de la haloclina, que se crea a unos 25 metros de profundidad cuando se mezclan el agua dulce y la salada creando una especie de espejismo. Al atravesarla, todo a tu alrededor parece moverse como en una ilusión óptica: es una sensación extraña, casi mágica, que al principio desconcierta pero luego engancha 😍. Kukulcán nos dejó con la boca abierta y fue el inicio perfecto para lo que nos esperaba después.
Cenote Chac Mool
Si Kukulcán fue luz y calma, Chac Mool fue misterio y emoción. Este cenote es conocido como “el cenote de los mil soles” porque los rayos de luz entran desde distintas aperturas y crean un espectáculo casi hipnótico bajo el agua. La primera parte de la inmersión transcurre en zonas abiertas, pero poco a poco fuimos adentrándonos en túneles más cerrados, con techos bajos y paredes cubiertas de estalactitas.


Lo más impresionante fue ver cómo raíces de árboles atravesaban la roca y llegaban hasta el agua, dándole un aspecto casi surrealista, como si estuviéramos buceando en una mezcla de selva y cueva. También aquí volvimos a encontrar la haloclina, pero combinada con cavernas oscuras y las luces artificiales de nuestras linternas, la sensación era mucho más intensa.
Nota: Algo que nos sorprendió muchísimo es que, aunque los cenotes parecen lagunas cerradas y tranquilas, en realidad están conectados entre sí por un enorme sistema subterráneo de ríos y cuevas. De hecho, se dice que la península de Yucatán es como un queso gruyere lleno de pasadizos de agua.
Cenote El Pit
El segundo día fue completamente diferente. En El Pit y Dos Ojos sí estaba permitido el uso de cámaras, así que aquí sí pudimos grabar y hacer fotos para inmortalizar el momento. Y menos mal, porque son de esos lugares que parecen sacados de otro planeta.
El Pit es un cenote que impone desde el primer momento. Se trata de un pozo profundo, rodeado de selva, que al sumergirte se convierte en un descenso a otro mundo. Apenas entramos, lo que más nos impactó fue la profundidad azul infinita, que parecía no tener fin.

La experiencia se volvió aún más mágica cuando llegamos a la famosa capa de sulfuro de hidrógeno que se encuentra alrededor de los 30 metros. Al atravesarla, sentimos que estábamos cruzando una frontera entre dos mundos: arriba, un agua cristalina iluminada por rayos de sol; abajo, una niebla blanca y espesa que lo envolvía todo. Ver cómo los buceadores desaparecían en la nube para reaparecer después fue uno de esos momentos que se te quedan grabados para siempre.
Además, desde abajo se pueden ver las columnas de luz solar que atraviesan el cenote como si fueran focos de un escenario. La combinación de esa profundidad, la nube de azufre y los juegos de luz hicieron de El Pit una de las inmersiones más impresionantes de nuestra vida.


Cenote Dos Ojos
Y para terminar, Omar guardó para el final uno de los más famosos: El Cenote Dos Ojos. Este cenote debe su nombre a sus dos entradas circulares (“ojos”), que se conectan bajo el agua formando un recorrido laberíntico de túneles y cavernas. Aquí la sensación fue completamente distinta: en lugar de la verticalidad de El Pit, nos encontramos con un universo horizontal de pasadizos interminables.


La inmersión es larga y tranquila, perfecta para dejarse llevar mientras admiras estalactitas y estalagmitas. En algunos puntos, el agua es tan cristalina y el techo tan bajo que parecía que estábamos flotando en el aire dentro de una cueva.

Cada cenote fue distinto, con su propia personalidad, y lo mejor fue descubrirlos poco a poco, como si Omar lo hubiera ido preparando para el gran final. Además, no pude parar de pensar en la cantidad de cosas maravillosas que están ocultas a la vista y que están ahí, esperándonos a que salgamos de nuestra zona de confort a descubrirlas y a dejar que nos cambien para siempre.
Consejos para bucear en cenotes en México
Si planeas visitar México y y tener la increíble experiencia de bucear en cenotes, aquí te dejo algunos consejos prácticos para que vaya lo mejor posible:
- Elige un buen guía o instructor: No todos los instructores ofrecen la misma calidad. Nosotros contratamos a Omar gracias a una recomendación y fue un acierto total: simpatiquísimo, paciente, atento y conocía cada rincón de los cenotes. Esto marca toda la diferencia en seguridad y disfrute.
- Empieza por cenotes más sencillos: Si es tu primera vez, es mejor comenzar en cenotes más abiertos y con buena entrada de luz (como Kukulcán o Dos Ojos) antes de pasar a otros más técnicos y profundos como El Pit. Así te sentirás más cómodo poco a poco.
- No tengas prisa: Bucear en cenotes no se trata de recorrer mucho, sino de disfrutar los detalles: la haloclina, los rayos de luz, las formaciones rocosas. Ve despacio, respira con calma y déjate envolver por la experiencia.
- Respeta las reglas de cada cenote: En algunos cenotes no está permitido grabar o llevar cámaras. Puede ser un fastidio, pero lo hacen por seguridad y conservación. Aprovecha esos momentos para centrarte solo en lo que ves con tus propios ojos.
- Atención al control de flotabilidad: Aquí es más importante que nunca. Un mal movimiento puede levantar sedimentos del fondo y enturbiar el agua, o incluso dañar las formaciones. Ajusta bien tu chaleco y haz movimientos suaves.
- Sé respetuoso con el entorno: Los cenotes son lugares sagrados para la cultura maya y ecosistemas delicados. Evita el uso de cremas solares o repelentes antes de entrar al agua y sigue siempre las indicaciones de tu guía.
- Disfruta del silencio: Uno de los mayores lujos de bucear en cenotes es el silencio absoluto, roto solo por el sonido de tu respiración. Déjate llevar por esa calma: es lo que hace de esta experiencia algo realmente único.

