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Oaxaca de Juárez es una de esas ciudades que enamoran en cuanto llegas. Callejones empedrados, mercados con comida espectacular, sabores riquísimos, tradiciones indígenas vivas…

Si estás planeando conocer esta joya del sur de México, aquí tienes una guía con todo lo esencial más algunas experiencias menos comunes que no deberías perderte en tu visita por esta preciosa ciudad.

Lugares que no te puedes perder

1. Pasear por el Zócalo (Plaza de la Constitución)

El Zócalo es el alma de Oaxaca, un lugar que nunca duerme. De día, es el sitio ideal para sentarse en una banca bajo la sombra de los árboles, tomar un café y observar el ir y venir de los vendedores ambulantes, artesanos y familias locales. Al caer la tarde, la plaza cobra vida con música, bailes improvisados y un ambiente festivo que refleja la calidez de su gente. Si te gusta la fotografía, aquí tendrás una de las estampas más auténticas de la ciudad.

2. Catedral de Nuestra Señora de la Asunción

Justo en el Zócalo encontrarás la majestuosa catedral, construida en el siglo XVI y dedicada a la Virgen de la Asunción. Aunque sufrió daños en varios terremotos, todavía conserva su imponente fachada de cantera verde y un interior sobrio, en contraste con el bullicio del exterior. Es un buen lugar para hacer una pausa tranquila antes de seguir explorando.

3. Templo de Santo Domingo de Guzmán y el exconvento

Este conjunto arquitectónico es, sin duda, la joya de Oaxaca. La iglesia, con sus bóvedas decoradas y dorados brillantes, es un ejemplo impresionante del barroco novohispano. El exconvento, convertido en museo, te permite recorrer amplios claustros y pasillos cargados de historia. Además, aquí se encuentra el famoso Jardín Etnobotánico, un espacio único donde descubrirás la riqueza de la flora oaxaqueña.

4. Museo de las Culturas de Oaxaca

Situado dentro del exconvento de Santo Domingo, este museo es una parada imprescindible para entender la historia del estado. Entre sus colecciones destaca el tesoro de la Tumba 7 de Monte Albán, con piezas de oro, jade y turquesa que narran el esplendor zapoteca y mixteco. Es un museo para perderse con calma, observando cómo Oaxaca ha sido siempre un cruce de culturas.

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5. Mercado 20 de Noviembre y Mercado de Abastos

Si quieres conocer la verdadera esencia de Oaxaca, tienes que ir a sus mercados. El 20 de Noviembre es famoso por su pasillo de carnes asadas: allí eliges tu carne, la asan al momento y la disfrutas acompañada de tortillas recién hechas, salsas y guacamole. En cambio, el Mercado de Abastos es mucho más grande y caótico, donde verás desde montañas de chapulines (saltamontes tostados) hasta textiles hechos a mano. Ambos mercados son experiencias sensoriales inolvidables.

6. Templo de San Felipe Neri

Aunque más discreto que Santo Domingo, este templo del siglo XVIII es una joya escondida en pleno centro. Su fachada barroca, con columnas talladas y detalles ornamentales, invita a detenerse un momento. Además, aquí se casó Benito Juárez, lo que lo convierte en un lugar con un fuerte simbolismo histórico.

7. Museo Casa Juárez

Conocida como la Casa de Juárez, este museo recrea el ambiente en el que vivió Benito Juárez en el siglo XIX. Además de conocer su historia personal, puedes ver cómo era la vida doméstica en aquella época, con muebles, utensilios y objetos cotidianos que nos acercan a un México muy diferente al actual.

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8. Subir al mirador del Cerro del Fortín

Desde este mirador tendrás una vista panorámica espectacular de Oaxaca: la ciudad extendiéndose entre montañas, con las cúpulas de Santo Domingo y la catedral sobresaliendo. Es el lugar ideal para ir al amanecer o al atardecer.

9. Recorrer el barrio de Jalatlaco

Un antiguo barrio colonial que hoy es uno de los rincones más fotogénicos de Oaxaca. Sus calles empedradas, casas pintadas con murales coloridos lo convierten en un destino perfecto para pasear sin prisa. Aquí encontrarás cafés bohemios, pequeñas galerías y tiendas de diseño local.

10. Barrio de Xochimilco (Oaxaca)

Uno de los barrios más antiguos de la ciudad, famoso por su acueducto colonial que todavía atraviesa algunas calles. Hoy, este barrio combina tradición con modernidad: casas restauradas, talleres artesanales y mucho arte urbano. Ideal para pasear con calma y descubrir rincones únicos.

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11. Degustar la gastronomía oaxaqueña

Oaxaca es uno de los destinos gastronómicos más importantes de México. Aquí nacen los famosos siete moles, cada uno con su mezcla particular de chiles, especias y chocolate. No te puedes perder una tlayuda con tasajo, los tamales de hoja de plátano, el quesillo oaxaqueño, los chapulines tostados y el tejate, una bebida prehispánica hecha de maíz y cacao. Comer en Oaxaca es un viaje dentro del viaje.

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12. Jardín Etnobotánico de Oaxaca

Ubicado junto a Santo Domingo, este jardín es un espacio único donde se exhiben plantas endémicas de Oaxaca. Aquí entenderás por qué este estado es uno de los más biodiversos de México: cactus gigantes, magueyes, plantas medicinales y árboles milenarios se mezclan en un entorno diseñado con un gran sentido estético.

13. Degustar mezcal en palenques locales

El mezcal es el alma líquida de Oaxaca. Puedes visitar palenques donde todavía se elabora de manera artesanal, ver cómo cuecen las piñas de agave en hornos de tierra y probar distintas variedades. Cada maestro mezcalero tiene su estilo, y escuchar sus historias mientras degustas un buen trago es una experiencia inolvidable. A nosotros esta experiencia nos encantó.

14. Excursiones a pueblos cercanos

La ciudad es solo el comienzo. Desde aquí puedes visitar lugares como Mitla, con sus ruinas zapotecas y mosaicos únicos; Hierve el Agua, con sus cascadas petrificadas; o pueblos artesanos como Teotitlán del Valle y San Bartolo Coyotepec. Cada excursión abre una ventana a un mundo de tradiciones.

15. Hierve el Agua: cascadas petrificadas únicas en el mundo

Ya lo comentamos en el punto anterior, pero es que Hierve el Agua se merece un apartado propio. A poco más de una hora y media de Oaxaca de Juárez se encuentra Hierve el Agua, un paraje natural que parece sacado de otro planeta. Sus famosas formaciones rocosas son cascadas petrificadas creadas durante miles de años por el escurrimiento de agua rica en minerales que, al caer por la ladera, se fue solidificando poco a poco. El resultado es una postal única en el mundo: una cascada blanca y sólida que parece estar congelada en el tiempo.

Además de admirar el paisaje, puedes bañarte en sus pozas naturales, con agua de tonalidades turquesa y vistas espectaculares de la sierra oaxaqueña. El contraste entre el calor del sol y la frescura del agua convierte la experiencia en algo inolvidable. Es recomendable ir temprano para evitar multitudes y disfrutar de la tranquilidad del lugar.

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